sábado, 15 de diciembre de 2012

Honda Accord 2.2 I-DTEC, la carisma de la elegancia


El Honda Accord no es un coche nuevo y por eso sabemos que es una berlina fiable, capaz y muy rutera. Ahora con consumos espectaculares, el Accord gana más puntos. Prueba del Honda Accord Lifestyle 2.2 150 CV con cambio manual.
Civic y Accord son los
puntales 
básicos de Honda, junto al CR-V. Los éxitos logrados con este trío de ases permiten a la marca japonesa experimentar con conceptos como el CR-Z o el Honda Insight, que tan fría acogida han tenido en nuestro país. El renovado Honda Civic ha dejado un poco serios a los que esperaban una evolución más futurista aún, y manteniendo su juventud y diseño, perdió un punto de mordiente. El Accord, sin embargo, ha acentuado en su último lavado de cara sus virtudes sin correr demasiados riesgos, buscando la eficiencia y la funcionalidad por encima de cualquier otra cosa.



El Honda Accord Sedan no es el más bonito, no es el más moderno, no es el más barato, pero atesora una serie de virtudes tan importantes para el día a día, que sigue el goteo incesante de ventas para la casa nipona. Sobrio, sencillo que no simple, poco bebedor, espacioso, fiable, mecánicas contrastadas y un maletero muy capaz, son las bases sobre las que se asienta una berlina con la que harás miles de kilómetros con el menor esfuerzo, sin darte cuenta.

Honda se ha ganado a pulso su fama, y sé de lo que hablo, pues en casa nos acompañó hasta hace poco tiempo un Honda Accord gasolina del 94. Quizá por eso este texto tenga un punto más de enriquecimiento que cualquier otro, pues la base desde la que hablamos tiene un condimento más que cualquier otra receta de la competencia. El Accord del 94 lo jubilamos casi por cansancio, pues en los primeros 12 años de vida no dio ni un solo problema, con todo lo que ello significa. Y no fue una jubilación al uso, porque se vendió a un particular y seguro que sigue dando guerra.

A nivel estético el Honda Accord no juega la baza del diseño extremo, ni se gana a pulso un lugar en el tercer milenio. Formas suaves, sencillas, líneas puras, sin estridencias, quizá el último paso antes de un cambio de concepto y de diseño en próximos años. Fieles a la máxima ‘para qué cambiar lo que funciona’, el último ‘facelift’ apenas retocó los faros delanteros, haciéndolos más rasgados y con unas aristas más pronunciadas y picudas, con el rediseño obligado de la parrilla y faldón inferior. La línea lateral permaneció prácticamente inalterada, acabando en una parte trasera en la que los grupos ópticos siguen siendo horizontales, cambiando levemente formas y colores, pero de manera casi testimonial. En cualquier caso el Honda Accord sigue pareciendo lo que es, una berlina sólida como pocas con unas capacidades para acumular kilómetros sin ápice de fatiga y con un grado de confort de los más elevados en la categoría.
El interior es lo que más me ha sorprendido, pero casi seguro que te sorprendo yo ahora a ti al explicarte las razones. No voy a decir que son idénticos, ni mucho menos, no voy a osar, pero la evolución del Accord del 94 a este de 2012 no es lo que se dice radical, ni mucho menos. Cualquiera, viendo uno y viendo otro, a pesar de los años, y sin ver el emblema en el centro del volante, diría que el de ahora deriva de aquel. A ver, entendámonos, las formas han cambiado, faltaría más, pero se percibe un aire de familia en todo. Ahora todo es algo más moderno, se ha potenciado la consola central, el volante multifunción rejuvenece el entorno una barbaridad, pero el poso, el tacto, los colores grises y fríos, anuncian con claridad que lo que tenemos entre manos es un Honda Accord.

Y eso por no hablar del tablero de la instrumentación, que sigue siendo tan grande, limpio, sencillo y fácil de leer como antaño. De nuevo te digo que no esperes florituras ni guiños al futuro como en su hermano pequeño el Honda Civic, orientado claramente para un público más joven y con la mente más abierta y ganas de experimentar novedades. El Honda Accord sabe perfectamente cuál es su target, que es lo que espera de él, y se lo da sin regateos ni corolarios. El cliente que va al concesionario a interesarse por el Accord es alguien que busca huir de complicaciones, quiere calidad y ajustes Premium por encima de todo, y le da un poco igual que el salpicadero no sea un arcoíris de luces y colores, es más, huye del ambiente discotequero de cualquier rival que esgrima la modernidad y los complicados sistemas tecnológicos como argumento de ventas. En cualquier caso, el ordenador de a bordo es completo, claro y conciso, fácil de leer y de interactuar con él.

El habitáculo del Accord es grande, espacioso, enorme, tiene una gran altura al techo sin dar sensación de monovolumen, y sólo unos asientos excesivamente ajustados al cuerpo le restan un poco de comodidad y confort. Esta característica hace que, obviamente, el cuerpo esté recogido en todo momento, por muy sinuosas que sean las curvas por las que discurre la carretera de montaña, pero igual el respaldo es demasiado estrecho y un conductor corpulento tenga problemas para ir tan cómodo como cualquier otro.
El Honda Accord Sedan objeto de esta prueba obedece al acabado Lifestyle, es decir, el tercero más equipado de los cuatro disponibles (Comfort, Elegance, Lifestyle y Executive) con el motor 2.2 de 150 caballos alimentado por gasóleo. El equipamiento en este acabado es completo, pero la verdad es que luce poco, y es bastante injusto. Hoy en día el navegador adquiere una importancia visual brutal, y si un coche carece de él, parece que está poco equipado o que es malo, aunque vaya de tecnología y de equipamiento hasta las trancas. Este tercer acabado no lleva navegador de serie, pero no le falta de nada. A pesar de ello, el acabado gris claro de todas las superficies que conforman el interior, desluce bastante el resultado final, cuando la verdad es que la berlina de Honda es un cochazo, sin alharacas ni estridencias, pero un coche completo y con una calidad en su terminación digna de los mejores. Quizá alguno de sus rivales, que tiran de negros y acabados muy oscuros, lucen más empaque y calidad visual, quizá un punto que debe mejorar Honda en sus habitáculos para mejorar el primer impacto al comprador. Esto no quita que este acabado incorpore, por ejemplo, uno de los mejores sistemas de luces largas automáticas que he podido accionar, incluidos los Premium.

Quizá estoy extendiéndome demasiado en esta sensación y estoy siendo algo injusto. Si miramos el salpicadero en toda su extensión, vemos que las formas y la distribución cumple todos los requisitos para contentar hasta al usuario más exigente. El panel de instrumentos ya te he dicho que es elegante, a la par que claro y sencillo. El volante tiene un tacto exquisito, la botonería se integra de manera lógica y el tamaño es el correcto. A la izquierda los botones son grandes, imposible fallar el disparo. La consola central tiene muchos botones, pero está ordenada y el tamaño de las teclas no es precisamente diminuto. Quizá algún botón no tiene una función clara al primer toque, pero enseguida te haces con todo. Sistema de sonido y de ventilación es cuasi perfecto, clarito, de fácil manejo y mejor entendimiento. Al tacto ves que los toques son precisos e inequívocos, con lo que la sensación de bienestar se acentúa. Los recorridos de la palanca son precisos y también invitan a la sonrisa.

Regular los asientos no es tan fácil como parece. Las palancas, sobre todo la de la inclinación del respaldo, no es todo lo accesible y precisa que nos gustaría, y regularla en marcha es un peligro si no tienes el tacto y el toque de Roger Federer en un punto de partido de un Grand Slam. Tarde o temprano acabas encontrando la forma ideal, pero será difícil que lo hagas a la primera. Detrás el espacio es bueno. Tres adultos podrán viajar sin problema, el de la plaza central un poco peor, pero no será tan mal como en otras berlinas de la competencia. El maletero tiene pros y contras. La caja es enorme, muy grande, caben un montón de cosas, es espaciosa, pero las formas son caprichosamente irregulares, con tripas y recodos por doquier, por lo que no es tan aprovechable como otras, con menos cubicaje, pero mejor distribuido.

En cuanto a huecos para dejar objetos dentro del coche, cumple con creces. La guantera es notable, lo mismo que el hueco de las puertas. Destaca un punto por encima de todo el hueco bajo el reposabrazos central, que además alberga las entradas auxiliares de audio y el USB. Una luz sería de agradecer, pero tampoco es vital. Además, una mini trampilla oculta entre el reposabrazos y la palanca del cambio un hueco para situar dos latas de refresco o bebidas.
En marcha el Honda Accord despliega toda su sabiduría para hacernos sentir mejor que bien. Rumorosidad nula, suavidad extrema en todos los dispositivos y en el propio rodar, una invitación al descanso y al relax al volante, siempre que los atascos cotidianos no te lo impidan. Es una lástima que no tenga función de parada y arranque automática del motor, ya que así reduciría aún más los parcos consumos. Al menos si tiene un indicador que te invita a cambiar de marcha para ahorrar combustible. En cualquier caso, con bastante autovía a velocidades legales, hemos clavado los cinco litros y medio cada cien kilómetros, primera vez que la cifra oficial se parece casi al milímetro a la que obtenemos en la realidad. Y lo mejor de todo es que esto se logra sin demasiado esfuerzo, y a pesar de los más de 1.600 kilos del conjunto. Si se aligera un poco el peso en próximas versiones, la cosa puede ser de récord. Además, el motor no logra estas cifras siendo ratonero y entregando la potencia con cuentagotas. Los 150 caballos de potencia se sienten desde el primer momento, no habrá dificultades en los adelantamientos bajando de sexta a quinta, y a partir de dos mil quinientas vueltas la aceleración alcanza el grado de notable, con un par motor superior a la media en el segmento.

Las suspensiones, no podía ser de otra forma, están más orientadas al confort y a la comodidad. Eso ha provocado que en una autopista de montaña por la que hemos tenido la ocasión de rodar, en las curvas con menos radio se notase un balanceo más acusado en los puntos en los que el asfalto no era del todo liso. Esto es un hecho aislado de todas, todas, ya que en el 99,9 por ciento restante del recorrido, las impresiones han sido sobresalientes, destacando la facilidad que ofrece para acumular kilómetros sin el menor atisbo de cansancio en sus ocupantes, y una vez más, el silencio en marcha.

El Honda Accord tiene cuatro motores que cubren de maravilla el espectro de necesidades de los clientes. 156 y 201 caballos en gasolina, 150 y 180 en gasóleo. Desde 22.800 euros tienes el 2.0 i-VTEC Elegance de 156 CV, descuento de casi 4.300 euros incluido. En diesel, la factura más apretada es la de 24.925 euros, después de aplicar la oferta correspondiente, para el 2.2 i-DTEC Comfort, primero de los cuatro acabados que posee la motorización que hemos probado aquí.



CON LA MANO EN EL CORAZÓN

Una berlina de corte clásico que nunca te va a defraudar. Es cumplidora como la que más, consume lo justo, y otorga una calidad de rodadura sobresaliente. De acuerdo que no es la más moderna ni la más espectacular, pero seguro que el cliente al que va dirigido sabe apreciar sus puntos fuertes. Si huyes de las complicaciones, y quieres un buen coche para la familia, no dejes de mirar este Honda Accord. Si fuera un par de miles de euros más económico…

UN COCHE PARA...

…el que aprecie la calidad de conducción y no quiera estar cada dos por tres visitando los surtidores de combustible. Si has pasado de los 40, tienes descendencia y por motivos de trabajo o de placer acumular miles de kilómetros al año, vas a llegar, generalmente, más descansado a tu destino, si lo haces a bordo de un Accord.


RIVALES

Kia Optima, Opel Insignia, VW Passat, Renault Latitude, Skoda Superb, Seat Exeo, Citroen C5, Mazda 6 y Ford Mondeo.


A destacar: Mecanica, fiabilidad, calidad por encima de la media

A mejorar: Deberia de disponer de salidas de aire para la parte trasera del habitaculo, sus rivales ya las disponen.


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